Preocupantes cifras son las que entregó recientemente el Ministerio de Educación de Chile (Mineduc), donde a través de su Diagnóstico Integral de Aprendizaje (DIA) demostró las deficiencias en materia emocional que sufren los estudiantes hoy en día.

Evaluando a cerca de siete mil colegios en el país, esta encuesta midió tanto resultados académicos como emocionales y nos dejó como primera cifra de alerta que el 70% de los estudiantes entre primero básico a cuarto medio reconoció tener dificultades para expresar sus emociones.

Estos números no solo son graves, sino que son preocupantes debido a que detrás de ellos hay un niño, niña o adolescente con la necesidad de decir algo que lo está aquejando.

El mismo estudio señaló que el 45% de los niños en situación de alta vulnerabilidad quieren que sus profesores les pregunten cómo se han sentido con la educación a distancia. Algo que se acrecienta en alumnos de 4° básico donde alcanzó un 71%.

Las cifras son claras, hoy se necesita enseñar sobre las emociones a los niños, niñas y adolescentes que están detrás de la pantalla y escuchar cómo se sienten. Ellos están en proceso de formación y necesitan herramientas emocionales para atender los efectos de la pandemia, y también sus propias preocupaciones.

El problema es que esos temores y preocupaciones de los cursos de primer nivel, terminan arrastrándose hasta la enseñanza superior, donde encontramos que un 90% de los estudiantes dice verse afectado por el periodo que no asistieron a clases, debido a que deben batallar con el aburrimiento, el enojo, la preocupación y la angustia.

Estas emociones y sus efectos están finalmente repercutiendo en el rendimiento académico de todos ellos.

Si bien, volver a clases presenciales no eliminará la pandemia, sí podrá ser un apoyo en materia emocional al volver a compartir con sus compañeros y profesores, sin embargo sus preocupaciones y emociones seguirán ahí. Por ello, es necesario entregar las herramientas para que puedan cuidar sus emociones en la etapa escolar y durante toda su vida.

El estudio deja claro que los estudiantes necesitan hablar de sus emociones, de cómo se sienten, de sus temores y sus preocupaciones. Abramos las puertas a la educación emocional y veamos cómo esta puede ser la llave para mejorar nuestro sistema educativo y nuestras vidas.

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